La llegada de los móviles inteligentes ha supuesto un cambio en nuestras relaciones interpersonales. Mirar con más frecuencia la pantalla del smartphone que los ojos de los amigos o familiares con los que estamos cenando, es una escena que se repite más a menudo de lo que sería políticamente correcto.
Numerosos estudios avalan una tendencia que socialmente ya hemos aceptado como normal. ¿La tecnología nos está aislando?
El 74% de los españoles atienden más al smartphone que a su pareja
Así de contundente se ha mostrado un estudio de la compañía aérea Swissair, el cual buscaba analizar los efectos de la tecnología en nuestras relaciones personales. Al 74% de los españoles encuestados le gustaría que su pareja le prestara más atención y no consultara tan a menudo el móvil. Un porcentaje que está muy por encima de nuestros vecinos europeos: un 48% de los franceses han declarado lo mismo, frente al 43% de Italia y Alemania, el 42% de Austria o el 40% de Inglaterra.
A la hora de sacar el smartphone de nuestro bolsillo también lo hacemos más a menudo que en el resto de Europa. En España, un 56% dejamos el móvil sobre la mesa mientras cenamos y un porcentaje muy similar, un 54%, lo consultamos a menudo aunque estemos acompañados.
Relaciones más superficiales
El estudio de Swissair concluye con una revelación muy interesante: un 63% de los encuestados reconocen que las relaciones entre las personas se han vuelto más superficiales desde que Internet se ha colado en cada segmento de nuestra vida y los smartphones han llegado a nuestras manos.
Depende de nosotros cambiar esta tendencia que cada vez va más en aumento. No parece que vayamos a librarnos de la móvil dependencia, pero poniendo un poco de nuestra parte podemos concienciarnos para apagar el smartphone de vez en cuando, o al menos dejarlo en el bolsillo cuando estemos en compañía.
Es la cruda realidad, costumbre criticada por todos pero a la par realizada por la mayoría. Yo intento evitarlo, consciente del problema, pero con tanta actividad y asuntos pendientes a través del teléfono es difícil dejarlo de lodo.