Hacktivismo: un nuevo peligro de delincuencia en la red

Los ataques informáticos a grandes compañías, entes gubernamentales así como personas individuales han crecido con el paso de los años y lógicamente se han establecido distintas conversaciones sobre la naturaleza de estas acciones. Por ejemplo, el concepto de hacktivismo aparece en escena como una forma “benéfica” para la sociedad de este tipo de actividades ilegales, pero ¿realmente son diferentes de otras estafas y ciberataques?

A pesar de que en las noticias o en redes sociales se pueden emparentar algunas de estas acciones con la clásica historia de “Robin Hood” y establecer la idea de que el hacktivismo se pone del lado de los más desprotegidos, a final de cuentas hay que tener en claro que un ciberataque, sea con la intención que sea, no deja de ser un delito penado que afecta directamente os derechos de otra persona u organización.

Hacktivismo, ¿es lo mismo que un cibercrimen?

La presencia del concepto de moralidad en esta temática es lo que ofrece un mayor lugar a las discusiones y la aparición de otras curiosidades en el mundo de la seguridad informática. Y es que a grandes rasgos el proceso encarado por los atacantes no será distinto entre quien se considera un “hacktivista” y un simple estafador, pero sí su intención de afectar o ayudar a otras personas.

Así, un cibercrimen convencional es lo más habitual a encontrar a diario al tener la intención de dañar o robar a personas civiles para tener una recompensa personal que se focaliza sobre lo monetario, mientras que el hacktivismo profesa su objetivo de ayudar a colectivos vulnerables o dañar directamente a grupos de poder que se están aprovechando de otras personas.

Claro está que todo se reduce a la idea de que nadie puede autodenominarse como un impartidor de justicia de la sociedad ni creer que tiene la moralidad o una serie de valores intachables para ser capaz de determinar quién es digno de recibir un “castigo” por sus acciones pasadas.

El riesgo de legitimar algunos ataques

Aunque a veces pueda parecer que un ejemplo de hacktivismo ha ayudado a ciertos grupos de personas necesitadas o que el daño a una compañía o ente público se lo “tiene merecido”, nunca hay que dejar de considerar que la intención de estos cibercriminales es poder blanquear sus acciones y hacerse con el reconocimiento y una opinión pública positiva que legitime un delito cometido.

En el pasado han existido distintas formas de intentar ganarse la aprobación del público, ya sea con el patrocinio y donaciones a ONG o liberar el código fuente de su malware tras haber cometido un delito con ellos, e incluso lanzar contraofensivas contra otros grupos de hackers dedicados a engañar, estafar y robar datos personales a los usuarios para luego venderlos en el mercado negro.

Sin embargo, es lógico considerar que para poder realizar importantes ataques que incorporan conocimientos informáticos avanzados se ha tenido años de aprendizaje por parte de otros ciberdelicuentes y que lógicamente incluyó el ataque y las estafas de dinero a otras organizaciones y personas.

En conclusión, es clave remarcar tanto para empresas, organismos públicos y los medios de comunicación, así como a las mismas personas individuales, la necesidad de señalar al hacktivismo como una forma más de actos delictivos y no dejarse llevar por la idea abstracta de justicia poética.

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